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miércoles, 16 de abril de 2014

La Vida de Pi

La Vida de Pi

Se trata de una historia que nos permite situarnos frente a la búsqueda de Dios. ¿Por qué el hombre, en todo tiempo y lugar, sale en busca de Dios? ¿Qué busca en Dios el hombre? ¿Es el hombre el que toma la iniciativa o Dios sale a su encuentro?

En el trabajo catequístico puedan abordarse los siguientes temas: la fe como búsqueda, el sentido de la vida, el diálogo fe-razón, el sentido del sufrimiento, entre otros.


Síntesis: Pi (Piscine Molitor Patel) es un joven indio con una fuerte inclinación a la vida de fe. Desde pequeño, manifiesta interés por la religiosidad de su pueblo (hinduismo) y, luego, por la fe cristiana y el islam. En viaje con su familia, experimentará una honda situación límite que pondrá a prueba su valor y su confianza en Dios. La vida de Pi es una suerte de parábola que invita a descubrir una realidad más profunda e intensa: lo que se oculta detrás de los acontecimientos en una relectura de fe de la propia existencia.


Algunas escenas de la película para el trabajo catequístico

La familia frente a la fe

El padre de Pi y Ravi, dice a sus hijos:

- No dejen que las historias y mentiras bonitas los engañen, chicos. Religión es oscuridad.

Mi querido Apa se consideraba parte de la nueva India. Cuando era niño tuvo poliomielitis. Solía estar en la cama, retorcido de dolor, preguntándose dónde estaba Dios. Al final, Dios no lo salvó, la medicina occidental lo hizo.

Mi Ama fue a la universidad y pensé que nuestra familia era parte de la nueva India también. Pero luego sus padres la desheredaron, porque pensaron que se iba a casar con Benito. Nuestra religión era el único vínculo que tenía con su pasado.

La búsqueda de Pi

Yo conocí a Cristo a la edad de 12 años...

En diálogo con un sacerdote, pregunta:

- ¿Por qué hará esto un Dios? ¿Por qué enviará a su único hijo a sufrir por los pecados de gente ordinaria?
- Por que nos ama. Dios se hizo a sí mismo como nosotros, humano, para que podamos entenderlo. No podemos entender a Dios ni tampoco su perfección. Pero podemos entender al Hijo de Dios y su sufrimiento, como el de nuestros hermanos.

Eso no tiene sentido. ¿Sacrificando al inocente, para perdonar los pecados del culpable? ¿Qué clase de amor es ese? Pero este Hijo, no podía sacarlo de mi mente.

- Si Dios es tan perfecto y nosotros, no. ¿Por qué habría de crear todo esto? ¿Por qué nos necesita? –pregunta Pi.
- Todo lo que debes saber es que él nos ama. De tal manera amó Dios al mundo que ha dado a su único Hijo.

Mientras más escuchaba al sacerdote, más me gustaba el Hijo de Dios.
- Gracias Visnú, por presentarme a Cristo.

Vine a la fe a través del hinduismo, y encontré el amor de Dios a través de Cristo. Pero Dios no había terminado conmigo. Dios trabaja de manera misteriosa. Y entonces se presentó a mí otra vez. En esta ocasión con el nombre de Alá.

La fe y la razón

- Solamente tienes que convertirte a tres religiones más, Piscine, y pasarás tu vida de vacaciones – dice su padre.
- ¿Irás a la Meca, este año, Swami Jesús? ¿O a Roma, para tu coronación como Papa? – comenta su hermano.
- No seas tonto. Así como a vos te gusta el cricket, a Pi le interesan otras cosas – afirma su madre.
- No, Gita. Ravi tiene razón ¿sabes? No puedes profesar tres religiones diferentes al mismo tiempo, Piscine.
- ¿Por qué no? – pregunta Pi.
- Porque... creer en todo al mismo tiempo es lo mismo que no creer en nada – contesta su padre.
- Es joven, Santosh. Todavía está buscando el camino – dice su madre.
- Y, ¿cómo va a encontrar su camino, si no elige uno? Escucha, en lugar de saltar de una religión a la siguiente, por qué no comenzar con la lógica. En unos pocos cientos de años, la ciencia nos ha hecho entender el universo, mucho más que la religión ha podido en miles de años.
- Es cierto. Tu padre tiene razón. La ciencia puede enseñarnos más sobre que hay allá afuera. Pero no lo que hay aquí adentro.
- Sí. Algunos comen carne, otros vegetales. Yo no espero que todos estemos de acuerdo en todo, pero prefiero que te hagan creer en algo con lo que no estoy de acuerdo, en vez de aceptar todo ciegamente. Y eso se empieza pensando racionalmente. ¿Entiendes?
- Quiero ser bautizado – afirma Pi.

Pi adulto, en diálogo con el escritor

- La fe es una casa con muchas habitaciones.
- ¿Sin una para la duda?
- Oh!, muchas. En cada piso. La duda es útil. Mantiene viva la fe. Después de todo, no puedes conocer la fuerza de tu fe hasta que no ha sido probada.

Diálogo final

“Estaba solo en ese bote, a la deriva en el océano Pacífico y sobreviví...”.

- Después de eso, no tenían más preguntas. No parecía que a los investigadores les habría gustado esa historia (la segunda). Me agradecieron, me desearon bienestar y se fueron.
- Entonces la historia es... Tanto la cebra como el marinero... quebraron sus piernas. Y la hiena mató a la cebra y a la orangután. Así que la hiena es el cocinero, el marinero es la cebra, tu madre es la orangután y tu eres el tigre.
- ¿Puedo preguntarte algo?
- Claro.
- Te conté dos historias sobre lo que pasó en el océano. Ninguna explica que causó que el barco se hundiera. Y nadie puede probar cuál historia es verdadera y cuál no lo es. En ambas historias, el barco se hunde, mi familia muere y yo sufro.
- Cierto.
- Entonces, ¿qué historia prefieres?
- La que tiene al tigre. Esa es la mejor historia.
- Gracias. Y así es con Dios.


Preguntas para el diálogo

1.       ¿Cuál es la búsqueda de Pi? ¿Qué lo predispone a lo religioso?
2.       ¿Qué le impresiona de la fe cristiana? ¿Qué encuentra en ella?
3.       Frente a su fe, ¿cuál es el planteo de su padre?
4.       ¿Qué opina su madre? Y vos, ¿cuál es tu opinión?
5.       ¿Cuál es su posición frente a la duda?
6.       El diálogo final es muy profundo, ¿qué diferencia plantea Pi entre un relato y el otro? ¿Qué piensas? ¿Cuál es tu valoración?


Pensamientos para preparar el aporte del catequista

Pi manifiesta interés por el universo de la fe, sabe que en ella encontrará respuestas a sus preguntas más profundas. Su actitud de búsqueda y adhesión llaman la atención. Aprovecha los relatos que le acercan sus mayores y se ubica en una actitud de reflexiva: no acepta todo sin más. Tiene interrogantes y planteos para hacer.

¿De qué maneras Dios se presenta en la vida de las personas? La carta a los Hebreos afirma que: “Después de haber hablado antiguamente a nuestros padres por medio de los Profetas, en muchas ocasiones y de diversas maneras, ahora, en este tiempo final, Dios nos habló por medio de su Hijo” (Heb 1, 1-2). Los caminos de Dios son misteriosos, se acerca al hombre por diferentes vías: “El viento sopla donde quiere: tú oyes su voz, pero no sabes de dónde viene ni a dónde va” (Jn 3, 8).

A Pi, la novedad del cristianismo, se le revela con una fuerza inusitada. Su pregunta, acerca de la presencia del Hijo de Dios en la tierra, está movilizada por el testimonio de amor del Padre por la humanidad: ¿por qué entregar al Hijo por amor al culpable? En la fe cristiana, Pi reconoce el amor de Dios: “Sí, Dios amó tanto al mundo, que entregó a su Hijo único para que todo el que cree en él no muera, sino que tenga Vida eterna” (Jn 3, 16).

El padre le propone elegir para iniciar su camino; Pi está en tiempo de búsqueda. ¿Se puede creer en todo al mismo tiempo? Es claro que no. En algún lugar se dará cabida a la contradicción. Pero la búsqueda es positiva, la sed de Dios puede más. Luego podrá elegir.

El padre no es creyente, por tal razón le ofrece transitar el camino de la lógica. Aquí la película nos plantea la importancia del diálogo fe/razón. ¿Acaso la razón no acompaña el entendimiento de la fe? ¿Por qué separar una de otra y dejar a la fe como actitud irracional? La fe y la razón están llamadas al diálogo y la cooperación.

Afirma Juan Pablo II en Fides et Ratio: “La fe y la razón (Fides et ratio) son como las dos alas con las cuales el espíritu humano se eleva hacia la contemplación de la verdad. Dios ha puesto en el corazón del hombre el deseo de conocer la verdad y, en definitiva, de conocerle a Él para que, conociéndolo y amándolo, pueda alcanzar también la plena verdad sobre sí mismo” (FR, 1).

Por otra parte, no hay contradicción entre la búsqueda de la ciencia y la fe. Ambas buscan la verdad. Decía Albert Einstein: “El hombre encuentra a Dios detrás de cada puerta que la ciencia logra abrir”.

La ciencia satisface mi curiosidad, permite desentrañar interrogantes acerca del cómo ocurren las cosas (los fenómenos estudiados objetivamente) pero nada dice a mi corazón cuando este se interroga sobre la felicidad, el amor y el sentido de la existencia. Las grandes preguntas de la humanidad brotan, una y otra vez, buscando una realidad que pueda dar respuesta: “He venido para que tenga vida, y la tengan en abundancia” (Jn 10, 10). La fe da al hombre motivos para vivir, para seguir luchando, para encontrar el sentido del sufrimiento, para asociarse a la humanidad toda en la búsqueda de la justicia, en el ejercicio de la caridad.

El diálogo final entre Pi y el joven escritor nos recuerda la diferencia entre el lenguaje científico y los lenguajes ligados a la fe: religioso, bíblico y existencial. Al leer la Biblia, es preciso hacerlo teniendo en cuenta que no se trata de un libro de historia ni de ciencia. Es la historia del amor de Dios y su pueblo. Allí descubrimos a Dios que se revela en la historia. No es un tratado de ciencia ni su mensaje comparable al de las teorías científicas. La Biblia no se detiene en cómo sucedieron las cosas, simplemente dice que sucedieron y que Dios es su autor.

Como tantos hombres y mujeres a lo largo de la historia, Pi busca el camino de la felicidad. En su búsqueda se le revela el Hijo de Dios: en él conoce el amor de Dios que experimentará en su fascinante historia; como la de tantos que descubrieron el paso de Dios haciendo en bien en sus vidas.


“El hizo salir de un solo principio a todo el género humano para que habite sobre toda la tierra, y señaló de antemano a cada pueblo sus épocas y sus fronteras, para que ellos busquen a Dios, aunque sea a tientas, y puedan encontrarlo. Porque en realidad, él no está lejos de cada uno de nosotros. En efecto, en él vivimos, nos movemos y existimos”. Hch 17, 26-27

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