Tiberíades es un lugar relevante en la vida de Jesús y sus discípulos, es un lugar de encuentro...

En este blog encontrarás textos, imágenes, presentaciones, encuentros y otros aportes para la catequesis, para que sigamos haciendo de nuestra tarea un encuentro vivo con Jesús.

jueves, 13 de diciembre de 2012

Celebración "La fe se fortalece creyendo"



Esta celebración está pensada para introducir a pequeñas comunidades en la celebración del Año de la Fe.

Los elementos necesarios son: mesa, tapete, el libro de la Palabra, un cirio, imágenes, fotocopias con las canciones, semillas, tarjetas para escribir oraciones y compromisos.

Introducción

Comenzamos cantando...

Guía: El Papa Benedicto XVI nos ha convocado a celebrar, junto a toda la Iglesia, el Año de la Fe.

Guía: El Año de la Fe es una hermosa oportunidad de renovar, reafirmar y compartir ese don maravilloso recibido el día de nuestro Bautismo.

Celebrante/Catequista: Al ser bautizados, se abrió para nosotros la Puerta de la Fe. Así, ingresamos en la vida del Pueblo de Dios, iniciando un camino que tiene por destino el Cielo, la morada definitiva de todo hombre.

Guía: Antiguamente, el bautismo se hacía por inmersión. El candidato se presentaba a la Iglesia para ser aceptado como miembro. Después de un tiempo en el que se formaba y daba muestras cabales de interés por ser cristiano, el candidato era bautizado en la Noche de Pascua. Allí, se ubicaba frente a una pileta, poco a poco iba sumergiéndose en ella para luego emerger en la “otra orilla” donde era recibido por los miembros de la comunidad.

(Si el animador lo cree oportuno, este guión puede representarse).

Guía: El signo realizado es sumamente profundo: significa morir con Cristo para resucitar con Él, esto es, sumergirse en el sepulcro y resucitar victorioso a la nueva vida de los Hijos de Dios.

Celebrante/Catequista: Esto ha sucedido con cada uno de nosotros. Por eso, el don de la Fe es un hermoso regalo que debemos cuidar y hacer prosperar.

Por eso, al comenzar esta celebración, vamos a pedir perdón por nuestras faltas, especialmente aquellas que han debilitado nuestra fe.

Por no ser concientes del don recibido y de nuestra responsabilidad de hacerlo crecer. Señor, ten piedad...

Por dejar entibiar nuestra fe y no alimentarla con el Pan de la Palabra y la Eucaristía. Cristo, ten piedad...

Por no mostrar con nuestras vidas la fe que profesamos. Señor, ten piedad...

Que Dios, nuestro Padre, que es rico en misericordia, tenga piedad de nosotros, perdone nuestras faltas y nos lleve a la vida eterna. Amén.

Proclamación de la Palabra

Guía: Vamos a escuchar las palabras de Jesús: leemos la Parábola de los Talentos (Mt 25, 14-30).

Aporte del Celebrante/Catequista

“La fe sólo crece y se fortalece creyendo; no hay otra posibilidad para poseer la certeza sobre la propia vida que abandonarse, en un in crescendo continuo, en las manos de un amor que se experimenta siempre como más grande porque tiene su origen en Dios” (Porta Fidei, 7).

Como don recibido el día de nuestro bautismo, la fe exige maduración. Así como los talentos no deben perder valor, por el contrario, han de multiplicarse, la fe ha de crecer en la conciencia misma de aquello que se profesa.

El dueño del campo es exigente, nos recuerda que los dones (talentos) recibidos son para el bien de la comunidad y de uno mismo. Así, el don (regalo) comporta una responsabilidad para el que lo ha recibido. Así lo entienden los dos primeros servidores: inmediatamente van a negociar sus talentos. Esta acción puede compararse con las multitud de bautizados que, desde los inicios mismos de la Iglesia reconocieron la importancia del testimonio, la entrega, el servicio para que la Palabra de Cristo sea conocida y aceptada por todos.

Respecto del trabajador que recibe un talento, el miedo por perder lo que tiene lo paraliza. O, tal vez piense que un solo talento basta para vivir... Lo que no pensó es que el talento puede perder valor. Haciendo la respectiva analogía, la fe recibida en el bautismo es importante, pero hacerla crecer es el desafío que se presenta al creyente. La fe exige maduración, crecimiento. De lo contrario, empequeñece hasta perderse.

“Ven a participar del gozo de tu Señor”. Las palabras del dueño del campo a los servidores fieles es la promesa que Dios nos hace. Aquel día, el de nuestro bautismo, recibimos una llamada que nos recuerda que de Dios hemos surgido y a Él hemos de volver. En el medio, la vida se presenta como oportunidad para que este tránsito esté caracterizado por un amor que se entrega, desde la fe, en el servicio a los demás.

Homenaje y gesto

Guía: A lo largo de la historia, muchas personas hicieron crecer su fe y se comprometieron a fondo con ella.

(Mientras se leen las siguientes oraciones, se pueden colocar junto a la mesa con el libro de la Palabra, las imágenes de los testigos de la fe mencionados).

Celebrante/Catequista

*      Por la Fe, Francisco de Asís dejó todo y se dedicó a honrar a Dios desde una vida sencilla pero sumamente profunda. Así, el Pobre de Asís se hermanó con toda la Creación pues supo encontrar en cada ser la presencia de Dios.

*      Por la Fe, monseñor Van Thuan fue encarcelado en un campo de concentración, y allí, prisionero, no dejó de anunciar el Evangelio (incluso a sus verdugos), celebrar a escondidas la Eucaristía y animar la vida de los compañeros de cárcel.

*      Por la Fe, monseñor Romero denunció la opresión de la dictadura militar de El Salvador y se comprometió valientemente, hasta aceptar la muerte, en la búsqueda de la paz y el respeto a los derechos humanos en su pueblo.

*      Por la Fe, Teresa de Calcuta optó por los más pobres entre los pobres y, decidida a darse sin medida, se entrego por amor a todos ellos.

*      Por la Fe, hombres y mujeres, cada día desde sus propios lugares construyen el Reino de Dios y lo hacen impulsados por este don maravilloso que los lleva a compartir, animar, denunciar, fortalecer... Por la Fe, hombres y mujeres, cada día dan testimonio de su ser cristiano... ¿Qué haremos nosotros para dar un sólido testimonio de nuestra fe?


Opción 1: “Vayan y anuncien”.

Guía: Como estos testigos que hemos mencionado, vamos a comprometernos con la fe para que de buen fruto y así multiplicar nuestros talentos.

A continuación cantaremos “Vayan y anuncien”. Trataremos de comprender seriamente la letra y encontrar un signo con el que nos identifiquemos. Aquello que sentimos que el Señor nos pide hoy: ser semilla, ola que agite el mar, pastores... Cada uno elegirá el signo con el que se identifique y se lo presentaremos al Señor para que nos ayude a multiplicarlo para otros.

(Si es posible, cada participante escribirá una oración que exprese su compromiso con la fe: “Quiero ser semilla de paz en mi familia”, o bien, “Quiero ser aguijón para denunciar las injusticias en mi barrio”).

Vayan y enseñen

Son la semilla que ha de crecer,
son estrella que ha de brillar.
Son levadura, son grano de sal,
antorcha que debe alumbrar.

Son la mañana que vuelve a nacer,
Son espiga que empieza a granar.
Son aguijón y caricia a la vez,
testigos que voy a enviar.

Vayan todos por el mundo, anunciando el amor,
mensajeros de la vida, de la paz y el perdón.
Sean, amigos, los testigos de mi resurrección.
Van llevando mi presencia; con ustedes estoy.

Son una llama que ha de encender
resplandores de fe y caridad.
Son los pastores que han de guiar
al mundo por sendas de paz.

Son los amigos que quise elegir,
son palabra que intento gritar.
Son reino nuevo que empieza a engendrar
justicia, amor y verdad.

Son fuego y savia que vine a traer,
son la ola que agita la mar.
La levadura pequeña de ayer
fermenta la masa del pan.

Una ciudad no se puede esconder,
ni los montes se han de ocultar,
en vuestras obras que buscan el bien
los hombres al Padre verán.


Opción 2: “Yo creo en Cristo”.

Guía: Como estos testigos que hemos mencionado, vamos a plantar una semilla, vamos a tratar que nuestra fe de fruto, multiplicar nuestros talentos.

Los invitamos a cantar “Yo creo en Cristo”. Vamos a tratar de hacernos del mensaje de la canción y pensar qué compromiso hace surgir en mí. ¿Qué semilla debo plantar en mis ambientes cotidianos? ¿La de la justicia, la de la caridad, la del perdón?

Nos vamos a acercar al altar y depositaremos sobre el semilla que queremos sembrar y nuestro compromiso con la realidad.

(Para este momento, se puede disponer de un recipiente con semillas para que cada participante “siembre” sobre el tapete su compromiso; también pueden repartirse, previamente, tarjetas para escribir esos compromisos y depositarlos en el altar mientras se canta nuevamente la canción.

Yo creo en Cristo

Para que viva Jesucristo entre nosotros
y que rescate al ser humano del dolor
y que su pan no falte nunca y llegue a todos
y deje firmes los cimientos del amor.

Para alejar por siempre el hambre y la mentira
y construir la nueva civilización.
Para vivir en esa paz y esa alegría
que nos da estar en comunión con el buen Dios.

Yo creo en Cristo, con El hacemos la historia hoy.
Y es este encuentro, mi compromiso
con nuestro hermano, con nuestro Dios.

Para sembrar el Evangelio y su semilla
nos de la vida y nos renueve el corazón.
Ser solidarios con quien más nos necesita
y el bien común reemplace así la corrupción.

Y ser libres de aquello que nos esclaviza,
para que nada mate nuestra juventud
y que encontremos el sentido de la vida
el que Jesús desde la cruz nos entregó.

Para que no perdamos nunca la esperanza
y el desaliento no nos quite la ilusión.
Para lograr la dignidad en el trabajo
y un horizonte donde ver salir el sol.

Por todo eso, en Argentina, nuestra tierra
la juventud está de pie para luchar,
para oponerse a la injusticia, a la violencia,
dame la mano que con vos ya somos más.

Para escuchar la canción en la red Goear, haz clic en el reproductor.



Oración final

Guía: Nos dice el Papa en Porta Fidei: “En este año, las comunidades... encontrarán la manera de profesar públicamente el Credo”.

Celebrante/Catequista: la fe se profesa y se demuestra con los actos. Reafirmemos nuestra fe rezando juntos el Credo. Que esta oración nos impulse a cumplir nuestros compromisos dejando una huella de fe en nuestros ambientes cotidianos.

(Se distribuye entre los participantes, una copia del Credo niceno-constantinopolitano).

Celebrante/Catequista: Te damos gracias, Señor, por el don de la fe. Te pedimos que día a día podamos hacerlo crecer y compartirlo con la Palabra y la Acción. Por Cristo, nuestro Señor. Amén.

Para finalizar, cantamos “Alma misionera” o “Mensajeros de la paz”.

viernes, 16 de noviembre de 2012

El Año de la Fe

El Año de la Fe es una enorme oportunidad para renovar este hermoso don de Dios y, también, un fuerte impulso a nuestra labor evangelizadora.

Compartimos esta presentación realizada sobre la base de textos de la Carta de Benedicto XVI, "La Puerta de la Fe".



lunes, 29 de octubre de 2012

Celebración penitencial: Tu perdón nos devuelve la alegría

Celebración penitencial: Tu perdón nos devuelve la alegría

Esta celebración fue preparada para ser protagonizada por niños en el marco del Sacramento de la Reconciliación. Ha sido inspirada en la oración "Tu perdón me devuelve la alegría" de Marcelo Murúa.

En esta mañana/tarde queremos encontrarnos con Jesús y dejarnos llenar de su gracia. Queremos reconocer que nos hemos equivocado y, como el Hijo pródigo, estamos de vuelta en la Casa del Padre, para decir con confianza: “Tu perdón nos devuelve la alegría”.

Queremos contarte, Señor, que estamos creciendo y que, día a día nos encontramos con nuevos desafíos. Pero contamos con tu ayuda para poder caminar este camino de la vida.

También, queremos confiarte que sentimos mucho habernos equivocado y con nuestras actitudes nos alejamos de ti. Por eso, en esta oración venimos a pedir tu perdón de Padre Bueno.

Yo confieso

Yo confieso ante Dios, todopoderoso
y ante ustedes, hermanos,
que he pecado mucho,
de pensamiento, palabra, obra u omisión.

Por mi culpa, por mi culpa,
por mi gran culpa.

Por eso ruego a Santa María, 
siempre Virgen,
a los Ángeles y a los Santos
y a ustedes, hermanos,
que intercedan por mí
ante Dios, nuestro Señor. Amén.


Palabra de Dios

Vamos a escuchar tu Palabra de Vida en esta fiesta del perdón.

Leemos la Parábola del Padre misericordioso (Lc 15, 11-32)

Dios llena nuestro corazón. Cuando el pecado nos hace perder el calor del amor, del respeto, de la honestidad; es Dios, nuestro Padre bueno, que devuelve a nuestro corazón la serenidad.

Cada vez que obramos mal nos alejamos de ese amor de Padre. Muchas veces tenemos que llegar lejos para darnos cuenta de que esos actos no nos sirven para crecer, todo lo contrario, empequeñecen nuestras vidas. Y así, nos cuesta relacionarnos con otros, perdemos la alegría y nos inunda la tristeza.

Al recapacitar y sentir dolor por nuestras faltas damos lugar al arrepentimiento. Allí nos ponemos en marcha a la Casa del Padre y es Él quien sale a nuestro encuentro y con su abrazo amoroso nos devuelve la paz. ¡Es justo que haya fiesta!, nos dice. Así su perdón nos devuelve la alegría.


Oración

Es justo que demos gracias a Dios por este encuentro. Por eso, a cada oración responderemos con muchas ganas: Tu perdón nos devuelve la alegría.

Padre bueno, en este tiempo descubrimos que el respeto nos permite encontrarnos con lo demás, haciendo amistad y compartiendo el camino de la vida. Por eso te decimos... Tu perdón nos devuelve la alegría.

Padre bueno, sabemos que cuidar y respetar nuestro cuerpo es lo que nos pides, así como cuidamos y respetamos el de los demás. Por eso te decimos... Tu perdón nos devuelve la alegría.

Padre bueno, aprendimos a valorar la verdad y dejar atrás a la mentira; eso nos da confianza para relacionarnos con los demás. Por eso te decimos... Tu perdón nos devuelve la alegría.

Padre bueno, aprendimos a rezar para dialogar con vos y que nuestra fe crezca día tras día. Por eso te decimos... Tu perdón nos devuelve la alegría.

Padre bueno, nos damos cuenta de lo que vale nuestra vida; ello nos recuerda que la violencia y las ofensas no conducen a nada. Por eso te decimos... Tu perdón nos devuelve la alegría.

Padre bueno, descubrimos cuánto podemos aportar en nuestras familias al ayudar, ser obedientes, buscar el bien de todos. Por eso te decimos... Tu perdón nos devuelve la alegría.


Ya nos acercamos a celebrar el sacramento del perdón, Padre, estamos preparados, vamos a tu encuentro diciendo... Padre nuestro.

(Después de la confesión de todos los niños)

Llenos de confianza por haber recibido tu perdón, queremos decirte:


Tu perdón me devuelve la alegría
(Marcelo Murúa)

Querido Jesús,
tu perdón me devuelve la alegría.

Cuando me alejo de Tí,
porque no trato bien a los otros,
tu perdón me recuerda que puedo cambiar.

Cuando me alejo de Tí,
porque no comparto con los otros,
tu perdón me da la fuerza para cambiar.

Cuando me alejo de Tí,
porque me peleo o contesto mal,
tu perdón me ayuda a cambiar.

Cuando me alejo de Tí,
Señor, me envuelve la tristeza,
pero si miro para adentro mío,
siento que Tú estás ahí,
acompañándome siempre,
con tu perdón que me libera
de lo malo y me devuelve
la alegría y la sonrisa.

¡Gracias Señor del Perdón!


"Es justo que haya fiesta y alegría" (Dibujo: Fano)

Canto final

Para finalizar este encuentro con Dios, cantamos...

Qué alegría Padre Bueno
(Néstor Gallego)

Yo no sé porqué razones
un muchacho se cansó
y sin dar explicaciones
a su Padre abandonó.
"Dame todo lo que es mío,
yo mi vida quiero hacer.
Estoy harto y aburrido,
nuevas caras quiero ver".

Qué alegría Padre bueno
de volvernos a encontrar,
junto a vos nos quedaremos,
no te vamos a dejar.

Conoció muchas personas
mucho tuvo que aprender,
pero cuando estaba a solas,
siempre pensaba en volver.
Ya cansado del camino,
tuvo que reconocer,
que no había ningún sitio
donde volver a nacer.

Cómo le digo a mi Padre
que he decidido volver.
Ay, mi corazón se parte...
¿qué otra cosa puedo hacer?
"Padre bueno perdoname
esta vez me equivoqué.
Nunca voy a abandonarte,
junto a vos me quedaré

Escucha la canción del Padre Néstor Gallego:

jueves, 18 de octubre de 2012

El Año de la Fe explicado a los niños

Ya estamos transitando el Año de la Fe con muchas propuestas para movilizar a nuestras comunidades.

En esta presentación, con dibujos de Fano y textos elaborados desde la Carta Porta Fidei, buscamos introducir a los niños en la alegría de renovar, vivir y compartir nuestra fe. 


viernes, 12 de octubre de 2012

El sacramento de la Reconciliación: una oportunidad


Recuerda que el Sacramento de la Reconciliación se inicia con el examen de conciencia, es decir, el mirar nuestro interior. Ese examen nos conduce al arrepentimiento y al propósito de no pecar más.

La confesión es el encuentro que tenemos con el sacerdote que, escuchará nuestras faltas y nos guiará para un mejor seguimiento de Jesús. Así, en el nombre de Dios, nuestros pecados son perdonados con una hermosa oración.


Finalmente, cumpliremos la penitencia  reparación de las faltas.

Es recomendable, para hacer una buena confesión, contar con una guía que nos permita realizar el examen de conciencia.

A continuación presentamos una propuesta, tomada del libro "Hoja de ruta Nº 2" de Ediciones Don Bosco, que nos guía en la revisión de vida desde el rezo del Padre Nuestro.


Padre nuestro, que estás en el cielo, santificado sea tu Nombre;



¿Digo siempre mis oraciones?
¿Rezo y pienso en Dios todos los días?
¿Presto atención y participo en la Misa?

Venga a nosotros tu reino; hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo.

¿Ayudo a mi familia en la casa?
¿Comparto con los demás?
¿Hago lo que Jesús quiere que haga?
¿Muestro respeto a mis maestros y compañeros?
¿Soy amable con los demás?

Danos hoy nuestro pan de cada día;

¿Aprecio lo bueno que me ha dado la vida?
¿Aprecio el esfuerzo y trabajo de mis padres?
¿Digo siempre “gracias”?
¿Pienso en formas de cómo ayudar a los necesitados?
¿Soy algunas veces egoísta?
¿Tomo cosas que no son mías?

Perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden;

¿Digo cosas malas sobre las personas que me han tratado mal?
¿Digo “lo siento” cuando sé que me he equivocado?
¿Perdono y olvido cuando alguien me hace un mal?

No nos dejes caer en la tentación, y líbranos del mal.

¿Digo siempre la verdad?
¿Doy un buen ejemplo a los demás?
¿Hago trampa en el colegio?
¿Permito que otros niños me tienten hacer cosas que yo sé no debería hacer?
¿Soy justo en los deportes y juegos?



Para terminar, esta meditación puede ser de importancia para realizar una "confesión liberadora":

El “yo confieso” de los hijos
(Alessandro Pronzato)

Padre, tú nos conoces, y nuestras miserias y debilidades te son manifiestas. Pero permíteme, antes de traspasar el umbral de casa y recibir tu abrazo, iniciar, como el hijo pródigo, una confesión liberadora.

Sí, somos tus hijos, pero un poco complicados. Enredamos las cosas simples, dramatizamos las vivencias más normales. Chillamos, protestamos, montamos tragedias por los más pequeños incidentes. Nos atribuimos tormentos ficticios y afligimos a los demás con nuestras angustias. Inquietos, agitados, molestos, rondamos en la periferia de las cosas, sin afrontar jamás el problema de fondo, sin posarnos sobre lo esencial, sin encontrar un poco de calma, incapaces de callar las muchas palabras inútiles y sumergirnos en tu silencio que pacifica. Padre, ayúdanos a descubrir la simplicidad.

Sí, somos tus hijos. Pero un poco excesivamente serios, de sonrisa difícil. Con un aire de condenados a vivir. Haznos conscientes de que tú, Padre, agradeces hijos amantes de la vida, dispuestos a trabajar, pero que no se hayan olvidado de sonreír. Padre, enséñanos a sonreír. Enséñanos la risa liberadora, esa que sacude la pesantez de nuestras espaldas, que barre de nuestro horizonte la densa masa de nubes que nos impide divisar tu rostro de Padre, envuelto en la luz de la bondad. Estira nuestras arrugas, apaga nuestros refunfuños, disuelve nuestras quejas. Haz que aprendamos a apagar nuestros lamentos en el canto Eucarístico de tu «Acción de gracias».

Sí, Padre, somos tus hijos. Y nos gusta destacar como los primeros de la clase. Enfermos de perfeccionismo. Obstinados en demostrar la propia superioridad sobre los otros. Rápidos para acusar, pero alérgicos a dejarnos someter a discusión. Más dispuestos a excluir que a acoger. Más diestros en descubrir las culpas ajenas, que en admitir nuestros yerros. Sin caer en la cuenta de que tu gloria tiene todas las de ganar cuando nos reconocemos pecadores. Padre, asegúranos que tú no te avergüenzas de tener hijos que se reconocen pecadores necesitados de tu perdón. Padre, haznos descubrir la alegría, no de los primeros de clase, sino de aquellos que, a pesar de los retrasos, se sienten esperados con paciencia infinita.

Sí, Padre, somos tus hijos. Y no nos damos cuenta de que tú no esperas de nosotros una obediencia sumisa, repetitiva, chata, poco alegre, sino el gusto de una obediencia que sabe de novedad, sorpresa, y desafíos. Padre, haznos entender que no basta atreverse a decir «Abbá...»; que es necesario atreverse a ser tus hijos tal y como tú nos sueñas. 


lunes, 1 de octubre de 2012

Año de la Fe

Año de la Fe
Octubre 2012 - Noviembre 2013



El Papa Benedicto XVI nos convoca a esta gran celebración donde daremos gracias a Dios por el don de la fe.

Es un tiempo de gracia, consagrado a la renovación de la fe y del deseo de comunicarla, especialmente por medio del testimonio.

La fe tiene sus exigencias: debe ser conocida, celebrada, vivida, orada, compartida y anunciada. Esta es una gran oportunidad para dejar entrar al Dios de la Vida en nuestros corazones y abrirnos generosamente a su Palabra que salva.


Explicación del logo del Año de la Fe

viernes, 24 de agosto de 2012

Los fines de la educación

Los fines de la educación

Como segundo encuentro de la materia Pedagogía, abordaremos la cuestión de los fines de la educación sin olvidar la importancia que reviste, dentro de la educación cristiana, el concepto de formación integral.




Acerca de la finalidad del quehacer educativo, hemos tomado como referencia el documento del Episcopado Argentino, "Educación y Proyecto de Vida" del año 1985. En él, encontramos el apartado "El hombre, identidad y sentido. Las metas de la madurez".



viernes, 17 de agosto de 2012

La Palabra: centro del encuentro catequístico

La Palabra: centro del encuentro catequístico


No hay verdadera catequesis sin anuncio explícito de la Palabrade Dios. La Palabraocupa el lugar central del proceso catequístico.

La Palabrailumina la experiencia humana y la conduce, invariablemente, a una respuesta de fe.

Este momento dentro del proceso catequístico, ha de adquirir una relevancia particular: capacidad de escucha, iniciación al silencio, predisposición externa e interna para gustar lo que Dios dice al hombre. No es un momento más, es el central y debe destacarse.

Cuando hablamos de Palabra de Dios, no nos referimos a “algo” sino a “Alguien”. Jesús es la Palabra que Dios ha querido decir a la humanidad. La Palabra de Dios, por lo tanto, se contiene en la Tradición y la Escritura. Entendemosa la primera como la transmisión viva de la Palabra de Dios, que comienza en los tiempos de Jesús por la predicación de los apóstoles y continua hasta hoy.

«La Tradición envuelve a la Biblia antes, durante y después. Antes de ser escrita, la Biblia era narrada. Después, se fue escribiendo, poco a poco, dentro de un proceso de transmisión de las historias y doctrinas, costumbres y tradiciones del pueblo. Finalmente, una vez escrita, siguió siendo transmitida de generación en generación, hasta hoy, dentro de una tradición viva» (Mesters, Carlos.- Lectura fiel de La Biblia).

Al iluminar la experiencia vital de los catequizandos, lo hacemos desde la Palabra de Dios contenida en la Tradición, escrita en La Biblia, celebrada en la Liturgia, manifestada en la Vida de la Iglesia, de modo particular en el testimonio de los santos y explicada en el Magisterio de la Iglesia.

En el marco del proceso catequístico, luego de hacer surgir la experiencia vital de los catequizandos en orden al tema que debemos anunciar, la iluminación implica:


  1. La proclamación de la Palabra.
  2. El aporte del catequista: será breve, vinculando el mensaje evangélico con la experiencia vital; explicando, si es necesario, términos, expresiones, signos, lugares significativos a fin de hacer más comprensible el mensaje; buscando que éste llegue al corazón de la persona
  3. Profundización de la Palabrade Dios: su finalidad es que el catequizando pueda apropiarse del mensaje. Con la ayuda de cuestionarios, cuentos, canciones u otros recursos válidos, el catequista permitirá que el catequizando se acerque a la Palabra y la haga suya, posibilitando el encuentro con Jesucristo.
Es necesario que el catequista, al preparar su encuentro catequístico, tenga en cuenta una serie de elementos que le permitirán hacer una lectura fiel de la Escritura para, luego, comunicarla a los catequizandos.

Sobre este punto, seguiremos las enseñanzas de Carlos Mesters en su obra “Lectura fiel de la Biblia”.

Mesters apunta que no basta la razón para descubrir el sentido de un texto bíblico, para superar cualquier lectura incompleta o reduccionista, es necesario tener en cuenta diversos criterios: los de la fe, los de la realidad y, éstos, acompañados con la lectura orante de la Palabra.

Criterios de la fe:


1.- “Atender al contenido y unidad de toda la Escritura”.


2.-  “Tener en cuenta la Tradición viva de toda la Iglesia”.


3.-  “Tener en cuenta la Analogíade la Fe”. El texto debe ser leído no sólo dentro del conjunto de la Biblia, ni sólo dentro del conjunto de la Tradición, sino también dentro del conjunto de la vida actual de la Iglesia. Debeobedecer, no sólo a las exigencias de la fe de antes, sino también a las exigencias de la fe de hoy. Es esto lo que se llama analogía de la fe.

Criterio de la realidad

1.- Tener en cuenta la realidad del pueblo del tiempo en que fue escrito el texto.

2.- Tener en cuenta la realidad del pueblo que hoy lee el texto.

Lectura orante de la Palabra

“El descubrimiento del sentido depende no sólo del estudio, ya que también tiene que ver con la vivencia, tanto de la fe como de la vida del pueblo. Exige crear un ambiente en donde el espíritu pueda actuar, obrar libremente y revelar el sentido que el texto antiguo tiene para nosotros hoy, aquí en América Latina. Se llama Sentido Espiritual”.



Guía para la preparación del aporte del Catequista:

1.- ¿Cuál es el tema general del pasaje bíblico? ¿Cuáles son sus sub-temas? ¿Con cuál de ellos se va a trabajar

2.- Si es la narración de un hecho: ¿Dónde ocurre la acción? ¿Es significativo el lugar? ¿Quiénes intervienen en el relato? ¿Cómo es su comportamiento a lo largo del pasaje? Define la conducta inicial y la final. ¿Qué sucedió en el medio de la acción?

3.- ¿Qué elementos simbólicos se mencionan? ¿Son signos vigentes? ¿Qué enseñanzas pueden aportar?

4.- Si se trata de un texto sapiencial o una enseñanza (parábola, discurso, carta): ¿Quién lo escribe? ¿A quiénes está dirigido? ¿Hay referencias históricas, sociales o culturales que puedan resultar significativas? ¿Conoces, en torno al texto, algún detalle significativo? 

5.- ¿Cómo puedes actualizar esta enseñanza? Si se escribiera hoy: ¿Quién lo haría? ¿A quiénes estaría dirigido? ¿Quiénes serían los protagonistas? ¿Qué nos dice el Dios de la Vida?

La Música y el Canto en la catequesis


La Música y el Canto en la catequesis

Uno de los recursos más valiosos usados en la educación en la fe es, sin lugar a dudas, la música.

Desde el punto de vista metodológico, la música y el canto proporcionan a la catequesis:

·         Crear un ambiente de unidad. La música convoca, une en un mismo canto a las personas y posibilita la creación de un ambiente indispensable para la catequesis.

·         El canto es un importante medio para la comunicación de mensajes.

·         Captan la atención, movilizan, incentivan al grupo.

·         Es un vehículo importante para la memorización.

Particularmente me gusta clasificar a las canciones propicias para el uso catequístico en cuatro bloques:

1.  Litúrgicas: además del uso en cuanto a la educación en la vida litúrgica, estas canciones brindan la posibilidad de abordar distintos temas, como por ejemplo:

2.   Bíblicas / Catequísticas: muchos autores se han ocupado en musicalizar     
    textos bíblicos con una inocultable finalidad catequística. Estas canciones    
    son de mucha utilidad para profundizar la Palabra de Dios, como por 
    ejemplo:


3.   De estilo evangelizador: compuestas por autores cristianos, intentan ser un vehículo de evangelización, comunicar el mensaje del Reino explícita e implícitamente. Por ejemplo

4. Del cancionero popular: es muy importante rescatar de las distintas expresiones musicales, canciones que por su contenido se convierten en una buena y eficaz herramienta didáctica.
  
  
¿Cómo usar una canción en el encuentro de catequesis?

Como ambientación: una canción permite crear un clima festivo, de acogida, indispensable para todo encuentro catequístico. Es preciso señalar un límite a fin de que el grupo no se quede “enganchado” y se transforme el encuentro en un “fogón”.

Como punto de partida: nos servirá para hacer surgir la situación de vida dialogando sobre el contenido de la canción a fin de instalar el tema en el grupo.

Para profundizar la Palabra: nunca una canción, por más fiel que sea al texto bíblico puede reemplazar la Proclamación de la Palabra, pero bien puede acompañarla, ayudando al grupo a profundizar en el mensaje.

Como expresión de la fe: se puede trabajar sobre el contenido vinculando la canción a otro recurso (afiche, mural, dramatización, etc.) que posibilite expresar la fe y, por ende, procurar una respuesta a la Palabra escuchada.

Para orar: un momento de oración ya sea al comenzar o al finalizar el encuentro, puede verse plenificado con un canto. No necesariamente debemos interpretar una canción de índole religiosa o catequística, bien puede utilizarse en este momento temas del cancionero popular que pueden transformarse en bellas oraciones de alabanza o acción de gracias.

Durante el desarrollo del encuentro: hay momentos en la catequesis en los cuales una música de fondo (necesariamente instrumental) permite generar un clima distendido, apto para el diálogo, la reflexión, el análisis. Siempre debe estar en segundo plano para no distraer la atención del grupo.