Tiberíades es un lugar relevante en la vida de Jesús y sus discípulos, es un lugar de encuentro...

En este blog encontrarás textos, imágenes, presentaciones, encuentros y otros aportes para la catequesis, para que sigamos haciendo de nuestra tarea un encuentro vivo con Jesús.

lunes, 29 de octubre de 2012

Celebración penitencial: Tu perdón nos devuelve la alegría

Celebración penitencial: Tu perdón nos devuelve la alegría

Esta celebración fue preparada para ser protagonizada por niños en el marco del Sacramento de la Reconciliación. Ha sido inspirada en la oración "Tu perdón me devuelve la alegría" de Marcelo Murúa.

En esta mañana/tarde queremos encontrarnos con Jesús y dejarnos llenar de su gracia. Queremos reconocer que nos hemos equivocado y, como el Hijo pródigo, estamos de vuelta en la Casa del Padre, para decir con confianza: “Tu perdón nos devuelve la alegría”.

Queremos contarte, Señor, que estamos creciendo y que, día a día nos encontramos con nuevos desafíos. Pero contamos con tu ayuda para poder caminar este camino de la vida.

También, queremos confiarte que sentimos mucho habernos equivocado y con nuestras actitudes nos alejamos de ti. Por eso, en esta oración venimos a pedir tu perdón de Padre Bueno.

Yo confieso

Yo confieso ante Dios, todopoderoso
y ante ustedes, hermanos,
que he pecado mucho,
de pensamiento, palabra, obra u omisión.

Por mi culpa, por mi culpa,
por mi gran culpa.

Por eso ruego a Santa María, 
siempre Virgen,
a los Ángeles y a los Santos
y a ustedes, hermanos,
que intercedan por mí
ante Dios, nuestro Señor. Amén.


Palabra de Dios

Vamos a escuchar tu Palabra de Vida en esta fiesta del perdón.

Leemos la Parábola del Padre misericordioso (Lc 15, 11-32)

Dios llena nuestro corazón. Cuando el pecado nos hace perder el calor del amor, del respeto, de la honestidad; es Dios, nuestro Padre bueno, que devuelve a nuestro corazón la serenidad.

Cada vez que obramos mal nos alejamos de ese amor de Padre. Muchas veces tenemos que llegar lejos para darnos cuenta de que esos actos no nos sirven para crecer, todo lo contrario, empequeñecen nuestras vidas. Y así, nos cuesta relacionarnos con otros, perdemos la alegría y nos inunda la tristeza.

Al recapacitar y sentir dolor por nuestras faltas damos lugar al arrepentimiento. Allí nos ponemos en marcha a la Casa del Padre y es Él quien sale a nuestro encuentro y con su abrazo amoroso nos devuelve la paz. ¡Es justo que haya fiesta!, nos dice. Así su perdón nos devuelve la alegría.


Oración

Es justo que demos gracias a Dios por este encuentro. Por eso, a cada oración responderemos con muchas ganas: Tu perdón nos devuelve la alegría.

Padre bueno, en este tiempo descubrimos que el respeto nos permite encontrarnos con lo demás, haciendo amistad y compartiendo el camino de la vida. Por eso te decimos... Tu perdón nos devuelve la alegría.

Padre bueno, sabemos que cuidar y respetar nuestro cuerpo es lo que nos pides, así como cuidamos y respetamos el de los demás. Por eso te decimos... Tu perdón nos devuelve la alegría.

Padre bueno, aprendimos a valorar la verdad y dejar atrás a la mentira; eso nos da confianza para relacionarnos con los demás. Por eso te decimos... Tu perdón nos devuelve la alegría.

Padre bueno, aprendimos a rezar para dialogar con vos y que nuestra fe crezca día tras día. Por eso te decimos... Tu perdón nos devuelve la alegría.

Padre bueno, nos damos cuenta de lo que vale nuestra vida; ello nos recuerda que la violencia y las ofensas no conducen a nada. Por eso te decimos... Tu perdón nos devuelve la alegría.

Padre bueno, descubrimos cuánto podemos aportar en nuestras familias al ayudar, ser obedientes, buscar el bien de todos. Por eso te decimos... Tu perdón nos devuelve la alegría.


Ya nos acercamos a celebrar el sacramento del perdón, Padre, estamos preparados, vamos a tu encuentro diciendo... Padre nuestro.

(Después de la confesión de todos los niños)

Llenos de confianza por haber recibido tu perdón, queremos decirte:


Tu perdón me devuelve la alegría
(Marcelo Murúa)

Querido Jesús,
tu perdón me devuelve la alegría.

Cuando me alejo de Tí,
porque no trato bien a los otros,
tu perdón me recuerda que puedo cambiar.

Cuando me alejo de Tí,
porque no comparto con los otros,
tu perdón me da la fuerza para cambiar.

Cuando me alejo de Tí,
porque me peleo o contesto mal,
tu perdón me ayuda a cambiar.

Cuando me alejo de Tí,
Señor, me envuelve la tristeza,
pero si miro para adentro mío,
siento que Tú estás ahí,
acompañándome siempre,
con tu perdón que me libera
de lo malo y me devuelve
la alegría y la sonrisa.

¡Gracias Señor del Perdón!


"Es justo que haya fiesta y alegría" (Dibujo: Fano)

Canto final

Para finalizar este encuentro con Dios, cantamos...

Qué alegría Padre Bueno
(Néstor Gallego)

Yo no sé porqué razones
un muchacho se cansó
y sin dar explicaciones
a su Padre abandonó.
"Dame todo lo que es mío,
yo mi vida quiero hacer.
Estoy harto y aburrido,
nuevas caras quiero ver".

Qué alegría Padre bueno
de volvernos a encontrar,
junto a vos nos quedaremos,
no te vamos a dejar.

Conoció muchas personas
mucho tuvo que aprender,
pero cuando estaba a solas,
siempre pensaba en volver.
Ya cansado del camino,
tuvo que reconocer,
que no había ningún sitio
donde volver a nacer.

Cómo le digo a mi Padre
que he decidido volver.
Ay, mi corazón se parte...
¿qué otra cosa puedo hacer?
"Padre bueno perdoname
esta vez me equivoqué.
Nunca voy a abandonarte,
junto a vos me quedaré

Escucha la canción del Padre Néstor Gallego:

jueves, 18 de octubre de 2012

El Año de la Fe explicado a los niños

Ya estamos transitando el Año de la Fe con muchas propuestas para movilizar a nuestras comunidades.

En esta presentación, con dibujos de Fano y textos elaborados desde la Carta Porta Fidei, buscamos introducir a los niños en la alegría de renovar, vivir y compartir nuestra fe. 


viernes, 12 de octubre de 2012

El sacramento de la Reconciliación: una oportunidad


Recuerda que el Sacramento de la Reconciliación se inicia con el examen de conciencia, es decir, el mirar nuestro interior. Ese examen nos conduce al arrepentimiento y al propósito de no pecar más.

La confesión es el encuentro que tenemos con el sacerdote que, escuchará nuestras faltas y nos guiará para un mejor seguimiento de Jesús. Así, en el nombre de Dios, nuestros pecados son perdonados con una hermosa oración.


Finalmente, cumpliremos la penitencia  reparación de las faltas.

Es recomendable, para hacer una buena confesión, contar con una guía que nos permita realizar el examen de conciencia.

A continuación presentamos una propuesta, tomada del libro "Hoja de ruta Nº 2" de Ediciones Don Bosco, que nos guía en la revisión de vida desde el rezo del Padre Nuestro.


Padre nuestro, que estás en el cielo, santificado sea tu Nombre;



¿Digo siempre mis oraciones?
¿Rezo y pienso en Dios todos los días?
¿Presto atención y participo en la Misa?

Venga a nosotros tu reino; hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo.

¿Ayudo a mi familia en la casa?
¿Comparto con los demás?
¿Hago lo que Jesús quiere que haga?
¿Muestro respeto a mis maestros y compañeros?
¿Soy amable con los demás?

Danos hoy nuestro pan de cada día;

¿Aprecio lo bueno que me ha dado la vida?
¿Aprecio el esfuerzo y trabajo de mis padres?
¿Digo siempre “gracias”?
¿Pienso en formas de cómo ayudar a los necesitados?
¿Soy algunas veces egoísta?
¿Tomo cosas que no son mías?

Perdona nuestras ofensas, como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden;

¿Digo cosas malas sobre las personas que me han tratado mal?
¿Digo “lo siento” cuando sé que me he equivocado?
¿Perdono y olvido cuando alguien me hace un mal?

No nos dejes caer en la tentación, y líbranos del mal.

¿Digo siempre la verdad?
¿Doy un buen ejemplo a los demás?
¿Hago trampa en el colegio?
¿Permito que otros niños me tienten hacer cosas que yo sé no debería hacer?
¿Soy justo en los deportes y juegos?



Para terminar, esta meditación puede ser de importancia para realizar una "confesión liberadora":

El “yo confieso” de los hijos
(Alessandro Pronzato)

Padre, tú nos conoces, y nuestras miserias y debilidades te son manifiestas. Pero permíteme, antes de traspasar el umbral de casa y recibir tu abrazo, iniciar, como el hijo pródigo, una confesión liberadora.

Sí, somos tus hijos, pero un poco complicados. Enredamos las cosas simples, dramatizamos las vivencias más normales. Chillamos, protestamos, montamos tragedias por los más pequeños incidentes. Nos atribuimos tormentos ficticios y afligimos a los demás con nuestras angustias. Inquietos, agitados, molestos, rondamos en la periferia de las cosas, sin afrontar jamás el problema de fondo, sin posarnos sobre lo esencial, sin encontrar un poco de calma, incapaces de callar las muchas palabras inútiles y sumergirnos en tu silencio que pacifica. Padre, ayúdanos a descubrir la simplicidad.

Sí, somos tus hijos. Pero un poco excesivamente serios, de sonrisa difícil. Con un aire de condenados a vivir. Haznos conscientes de que tú, Padre, agradeces hijos amantes de la vida, dispuestos a trabajar, pero que no se hayan olvidado de sonreír. Padre, enséñanos a sonreír. Enséñanos la risa liberadora, esa que sacude la pesantez de nuestras espaldas, que barre de nuestro horizonte la densa masa de nubes que nos impide divisar tu rostro de Padre, envuelto en la luz de la bondad. Estira nuestras arrugas, apaga nuestros refunfuños, disuelve nuestras quejas. Haz que aprendamos a apagar nuestros lamentos en el canto Eucarístico de tu «Acción de gracias».

Sí, Padre, somos tus hijos. Y nos gusta destacar como los primeros de la clase. Enfermos de perfeccionismo. Obstinados en demostrar la propia superioridad sobre los otros. Rápidos para acusar, pero alérgicos a dejarnos someter a discusión. Más dispuestos a excluir que a acoger. Más diestros en descubrir las culpas ajenas, que en admitir nuestros yerros. Sin caer en la cuenta de que tu gloria tiene todas las de ganar cuando nos reconocemos pecadores. Padre, asegúranos que tú no te avergüenzas de tener hijos que se reconocen pecadores necesitados de tu perdón. Padre, haznos descubrir la alegría, no de los primeros de clase, sino de aquellos que, a pesar de los retrasos, se sienten esperados con paciencia infinita.

Sí, Padre, somos tus hijos. Y no nos damos cuenta de que tú no esperas de nosotros una obediencia sumisa, repetitiva, chata, poco alegre, sino el gusto de una obediencia que sabe de novedad, sorpresa, y desafíos. Padre, haznos entender que no basta atreverse a decir «Abbá...»; que es necesario atreverse a ser tus hijos tal y como tú nos sueñas. 


lunes, 1 de octubre de 2012

Año de la Fe

Año de la Fe
Octubre 2012 - Noviembre 2013



El Papa Benedicto XVI nos convoca a esta gran celebración donde daremos gracias a Dios por el don de la fe.

Es un tiempo de gracia, consagrado a la renovación de la fe y del deseo de comunicarla, especialmente por medio del testimonio.

La fe tiene sus exigencias: debe ser conocida, celebrada, vivida, orada, compartida y anunciada. Esta es una gran oportunidad para dejar entrar al Dios de la Vida en nuestros corazones y abrirnos generosamente a su Palabra que salva.


Explicación del logo del Año de la Fe