La Pedagogía de Dios es el lenguaje de la Catequesis
“Dios habla a los hombres como amigos, movido por su
gran amor” (DV, 2). Este misterio que conocemos con el nombre de revelación es,
sin más, el misterio de la autocomunicación de Dios: él quiso darse a conocer
al hombre para brindarle todo su amor.
La revelación es un acto de comunicación; la pedagogía
es el estilo por el cual Dios ha querido tomar contacto con el hombre y
acompañarlo a su encuentro.
Para la catequesis, la pedagogía de Dios es la
referencia que permitirá dar lugar a una pedagogía de la fe. Para ello cuenta
con un modelo, que es Jesucristo, palabra de Dios. Jesús es el pedagogo de Dios
que educa al estilo del Creador.
Una de las claves que nos permiten comprender la
pedagogía de Jesús es la encarnación. Jesús se hizo “uno de tantos”. Así, al
asumir la condición humana ha podido asumir la cultura de sus contemporáneos y,
desde allí, anunciar la Buena Noticia del Reino de Dios.
¿Dónde surge esa enseñanza que deja admirados a los
hombres y mujeres de su tiempo? Sin dudar, Jesús responde: “Les he dado a
conocer todo lo que oí de mi Padre (Jn 15, 15). Pero, en su expresión, dirigida
al hombre concreto, habitante de Palestina en el siglo I, esta enseñanza ha
sido pensada, elaborada y reflexionada en el contacto cotidiano de Jesús con su
gente. Podemos imaginar al hijo del carpintero en atenta actitud de escucha
compartiendo “los gozos y las esperanzas, las tristezas y las angustias de los
hombres de nuestro tiempo, sobre todo de los pobres y de cuantos sufren” (GS,
1).
Imaginemos algunas situaciones vividas por Jesús que
le permitieron, en oración y discernimiento, pensar la Buena Nueva desde la
realidad circundante:
- Con Luis aprende cómo el sembrador esparce la semilla no sólo dentro del surco… (Parábola del sembrador – Mt 13, 3-8).
- De Lidia, cómo una mujer ordena su casa y encuentra la moneda que se le ha perdido… (Parábola de la moneda perdida – Lc 15, 8-10).
- De Josefa aprecia la religiosidad popular: “Con sólo tocar su manto quedaré sanada”. (La curación de la Hemorroísa – Mc 5, 25-34).
- En Josué, mercader de perlas, descubre la belleza oculta en el mar (Parábola de la perla – Mt 13, 44-46).
- Simón le ha contado cómo desperdició su herencia en un momento de debilidad… (Parábola del hijo pródigo – Lc 15, 11-32).
- De Betsabé conoce el dolor de una mujer arrepentida… (Encuentro con la mujer sorprendida en adulterio – Jn 8, 1-11).
- Lucio le comparte la importancia de la obediencia para ser un buen centurión… (La fe del centurión romano – Lc 7, 1-10).
- David estuvo en la cárcel por no poder pagar sus deudas… (Parábola del perdón – Mt 18, 21-35).
- Abigail construyó su casa sobre roca… (La casa sobre la roca – Mt 7, 24-27).
- Itamar, viuda generosa, ejemplo de solidaridad… (La ofrenda de la viuda -
- Eliseo, pastor de ovejas. Comparte con Jesús su pasión por el rebaño… (Parábola de la oveja perdida – Lc 15, 3-7).
Al apreciar el estilo pedagógico de Jesús, las formas
de comunicación y el lenguaje utilizado por el Maestro, resultan de
significativa importancia.
¿Cómo se comunica Jesús? Sin duda utiliza diversos
modos de comunicación. Con sus predicaciones, parábolas y otras enseñanzas
(comunicación verbal), pero, fundamentalmente, con su vida. A propósito de esto,
decía Juan Pablo II en Catechesi Tradendae: “...la majestad de Cristo que enseña, la
coherencia y la fuerza persuasiva únicas de su enseñanza, no se explican sino
porque sus palabras, sus parábolas y razonamientos no pueden separarse nunca de
su vida y de su mismo ser. En este sentido, la vida entera de Cristo fue una
continua enseñanza: su silencio, sus milagros, sus gestos, su oración, su amor
al hombre, su predilección por los pequeños y los pobres, la aceptación del sacrificio
total en la cruz por la salvación del mundo, su resurrección son la actuación
de su palabra y el cumplimiento de la revelación” (CT, 9).
¿Qué lenguajes utiliza?
Utiliza múltiples lenguajes para comunicarse con sus compatriotas. En
ocasiones, al hacer referencia a la Escritura manifiesta su claro conocimiento
del texto, esto es, posee un profundo lenguaje bíblico. Pero también utiliza
numerosas imágenes (los pájaros del cielo, los zorros y sus cuevas, una moneda
perdida, etc.) que denotan un lenguaje visual.
En sus parábolas desarrolla
el lenguaje simbólico al proponer comparaciones para adentrarse en el misterio
del Reino de los cielos. Pero, además, usa su cuerpo para comunicarse (lenguaje
corporal): impone las manos, bendice, toca ojos y oídos al curar, como
respuesta escribe en la tierra, a Tomás le permite tocar sus llagas...)
Pero el lenguaje que Jesús
habla con mayor asiduidad es el existencial. Aquel que le permite comprender
las situaciones por las que atraviesan sus contemporáneos: situaciones de
dolor, sufrimiento, desesperanza, desconsuelo; y tender su mano para contener,
animar y fortalecer desde el amor. Jesús habla el lenguaje de la vida, por eso
es entendible y, por ello, creíble. Es un lenguaje actual y, también, vital:
está enraizado en la vida.
La pedagogía de Jesús ha
inspirado a infinidad de educadores a lo largo del tiempo. En las teorías
pedagógicas contemporáneas, podemos encontrar cómo resuena su estilo
pedagógico. Por ejemplo:
- Propone razonamientos al hacer pensar a sus interlocutores, insiste en metáforas visuales o surgidas de una profunda contemplación de la naturaleza, pero, fundamentalmente propone la educación emocional: intra e interpersonal (Teoría de la Inteligencias múltiples aplicada a la educación).
- Propone el pensamiento crítico y la dialogicidad, promueve la liberación al hacer conciente a los hombres de su dignidad de hijos. Rechaza los fundamentalismos de los maestros de su tiempo (Pedagogía liberadora).
- Toma, como punto de partida, el interés de sus interlocutores; se apoya en sus saberes previos; contesta con preguntas, proponiendo pensar en lugar de dar la respuesta (Aprendizaje significativo).
La pedagogía de
Jesús inspira la pedagogía de la fe de tal modo que la catequesis, al
encarnarse en estos tiempos nuevos, ha de mirar con atención “las situaciones
históricas y las aspiraciones humanas” (Medellín).
Al encarnarse, asume la cultura de sus contemporáneos y presenta, desde ella, la Buena
Noticia del Reino. La inculturación posibilita que el Evangelio penetre
en la cultura, transformándola: así, la fe puede ser plenamente acogida
y vivida.
La catequesis es comunicación y el catequista, un comunicador. Utiliza
diversos modelos de comunicación según las necesidades y características de sus
interlocutores.
Para comunicar la fe, utiliza lenguajes propios, como el bíblico, el
litúrgico y el doctrinal. Estos lenguajes exigen de los catequizandos la
suficiente aproximación para que los mismos resulten significativos. Por tal
motivo, el catequista ha de asumir nuevos lenguajes para tiempos nuevos:
- Audiovisual: por su lugar en la cultura actual, resulta indispensable, ya que afecta todas las facultades de la persona.
- Simbólico: lenguaje profundo que permite ahondar en los misterios de la vida. “Todo lo real no es sino una señal. ¿Señal de qué? De otra realidad, realidad fundante de todas las cosas, de Dios” (Leonardo Boff).
- Corporal: es el lenguaje del rostro, de la postura, del movimiento.
- Existencial: es el lenguaje de la vida, el que expresa los interrogantes más profundos del ser humano.
Es preciso que la catequesis asuma el lenguaje de Jesús y sea para el
hombre contemporáneo: creíble (que muestre el camino hacia Dios desde la propia
vida), actual (no anclado en el pasado, sino profundamente enraizado en el
presente), inteligible (comprensible para hombres y mujeres, jóvenes y niños) y
vital (desde y con la vida).
La catequesis ha de nutrirse del aporte invalorable de las Ciencias de la
Educación para encontrar nuevos aportes que permitan entrar en diálogo fecundo
con el hombre del sigo XXI.
El método utilizado en la catequesis, buscando ser fiel a la pedagogía de
Jesús, ha de partir de la vida para que, en la confrontación con la palabra,
pueda abrirse a una nueva realidad, para la persona y la sociedad. La Buena
Noticia de Jesús es un llamado a la conversión, a aceptar la cercanía del
Reino: un proceso liberador en marcha que sana los corazones e impulsa a luchar
contra todo tipo de opresiones.
La catequesis ha de acompañar esta marcha, posibilitando el compromiso
liberador:
- En lo personal: "Yo tampoco te condeno, le dijo Jesús. Vete, no peques más en adelante". Jn 8, 11
- En lo comunitario: “Todos los creyentes se mantenían unidos y ponían lo suyo en común”. Hech 2, 44
- En lo social: "Denles de comer ustedes mismos". Mc 6, 37
¿De qué modo hablar al hombre contemporáneo y mostrarle el camino de la
liberación? Haciendo presente la Pedagogía de Dios: una pedagogía del amor que
parte de la realidad del hombre y que, desde un lenguaje profundamente
existencial, lo conduce a la plenitud, invitándolo a ser artífice del Reino de
Paz y Justicia. Este es el lenguaje nuevo para una catequesis nueva.
En la presentación que sigue, se podrá apreciar las líneas generales de este aporte.
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